Menopausia en el trabajo: el tema del que todo el mundo habla, pero pocas veces en voz alta

El discurso sobre menopausia está cambiando, y por fin empieza a entrar en lugares donde llevaba décadas silenciada: la oficina, los centros sanitarios, los turnos de noche, las reuniones de equipo. Y es que muchas mujeres pasan por la transición menopáusica justo en el momento más activo de su carrera profesional. Con funciones de responsabilidad, jornadas intensas y un nivel de exigencia que no baja.
Pero hablemos claro. ¿Qué ocurre cuando los sofocos llegan en mitad de una presentación? ¿O cuando la niebla mental hace que cueste concentrarse? ¿O cuando el insomnio acumulado convierte cada mañana en una pequeña batalla? Esto existe, es real y forma parte de la experiencia de muchas mujeres.
El problema no es la menopausia en sí, sino el silencio que la rodea. Durante años se ha vivido casi como un tema “privado”, cuando en realidad tiene impacto en el bienestar, en la productividad y en la calidad de vida laboral. La buena noticia es que cada vez se habla más de esto. Algunas empresas incluso están empezando a implementar políticas de apoyo: espacios para descansar, flexibilidad horaria, formación para equipos y mandos intermedios, programas de salud laboral específicos.
¿Por qué es un tema candente?
Porque las mujeres de 45 a 55 años representan una parte enorme y valiosísima de la fuerza laboral. Porque muchas están en posiciones clave y tienen experiencia que no se puede permitir perder. Y porque ignorar la menopausia en los entornos de trabajo no beneficia a nadie.
Lo que muchas mujeres cuentan:
• Sofocos repentinos en reuniones.
• Días con niebla mental o dificultad para concentrarse.
• Cambios de humor que no siempre se pueden camuflar.
• Dolor musculoesquelético que hace más duro pasarse horas sentada.
• Agotamiento por dormir mal varias noches seguidas.
No es falta de profesionalidad. Es fisiología.
Qué puede ayudar (y mucho):
• Hablarlo sin tapujos con las personas adecuadas. No se trata de compartir tu vida privada, sino de normalizar algo que forma parte de la salud laboral.
• Ajustar horarios o tareas en momentos puntuales si el puesto lo permite.
• Mantener hábitos que amortiguan los síntomas: ejercicio, sueño, alimentación y manejo del estrés.
• Buscar apoyo profesional cuando los síntomas pesan demasiado.
• Fomentar en las empresas una cultura donde la menopausia no sea un tabú.
La menopausia en el trabajo no debería vivirse como un reto individual silencioso. Debería entenderse como un paso vital que merece comprensión, recursos y espacios seguros para poder seguir creciendo profesionalmente sin sentir que el cuerpo “va por libre”.
Hablar de esto no es una moda. Es salud, es visibilidad y es justicia laboral para millones de mujeres.
¿Y tú? ¿Lo ves también en tu entorno?










